Saliendo del pueblo hacia el norte en dirección a la Cruz de Canto empieza este camino que es muy bueno en toda su longitud, pudiéndose incluso bajarlo en coche. Como curiosidad cabe decir que existen exactamente treinta curvas entre la Cruz y la vía. Es conocido por varios nombres. Entre ellos, el de Camino del Tumbo de la Caldera o Camino del Río, aunque en los mapas suele aparecer con el nombre de Camino del barco de Escayón, quizá porque en el pasado había en ese punto del Águeda un transbordador para cruzar el río, y llegar así al vecino pueblo portugués de Escalhâo o Escayón, por el camino que es conocido como Camino del barco de La Fregeneda, al otro lado de la frontera. Las luces de Escayón pueden verse de noche desde La Fregeneda en ésta dirección. |
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Pasada la Cruz de Canto el camino desciende a través de la llamada "cuesta del Revirano", a medida que nos acercamos, entre campos de almendros, al Teso de la Racha, la mayor elevación entre el valle del arroyo Lugar y el de los Poyos, que se encuentra detrás. Transcurrido un kilómetro aproximadamente se llega al punto más alto del recorrido: el alto del Tumbo de la Caldera, que rodea el teso de la Racha. Desde este sitio puede divisarse una magnífica vista del valle del arroyo Lugar y del puente ferroviario que lo cruza. Y también un peñasco que se descuelga en forma de una serie de crestas por la ladera del valle. Es la conocida como Peña del Sastre. En los últimos tiempos se ha construido en este lugar un mirador.
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Traspasada la curva empieza el descenso por la ladera del monte, cuya pendiente descendente se mantiene casi constante durante el resto del recorrido. Ya cerca de la vía el camino hace tres eses o «arrasayos» con curvas muy cerradas. Otra espléndida vista desde este alto con el serpenteante camino a los pies, el puente de los Riscos al fondo y el Águeda pasando cerca de él. Al llegar a la vía aparece inmediatamente la antigua señal de «ATENCIÓN AL TREN» y la casilla de servicio nº 23 o Casilla del Río, utilizada como vivienda hace tiempo por los guarda-barreras que se ocupaban de que no ocurriera ningún percance al paso del tren, así como de la vigilancia del ferrocarril y la custodia de las herramientas para su reparación, pero hoy en estado de abandono y muy afectada por el paso del tiempo y el vandalismo. Todas estas casillas suelen tener la misma disposición: una estancia de entrada con chimenea en el centro y otra sala al fondo que hacía las veces de dormitorio y almacén. El eucalipto junto a ella hace tiempo que se secó a consecuencia de un incendio, y parte del mismo cayó sobre el tejado deteriorándolo aún más. |
El camino continúa bajando a partir de aquí cada vez con mayor pendiente. Llegando a una curva muy cerrada, un estrecho sendero se dirige hacia la desembocadura del arroyo de los Poyos, un remanso donde antiguamente iba la gente a lavar la ropa. Siguiendo el camino principal se llega finalmente al río con una pendiente final bastante acusada. Junto al río existe suficiente espacio como para que un coche pueda hacer maniobra. No obstante la salida desde aquí al río es un poco complicada. Muchos árboles y matorrales a la orilla lo impiden, aparte de que el terreno se empina sobremanera en dicha orilla.
Composición fotográfica donde aparecen los puentes ferroviarios de los Riscos (izquierda) y de los Poyos (derecha) |
Pero en dirección a la izquierda hay un sendero con bastantes piedras que recorre el río en sentido ascendente y que puede recorrerse con cierta facilidad. Subiendo por él se llega a dos cañales, uno detrás del otro, por los que se puede salir al río. Este sendero paralelo al río permite llegar a zonas espectaculares del mismo, con algunas playas de arena y paredes verticales de roca del lado portugués.
Avanzando más por este camino se llega a parajes espectaculares, junto a algunas pequeñas playas.
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